Wero es una joven promesa del boxeo. De acuerdo con Yolanda, su madre, hace muchos años, cuando era adolescente, ella viajó a Tijuana para visitar a sus primas durante las vacaciones de verano. Les gustaba recorrer la ciudad y colarse en los bares a una edad apenas legal. Fue en uno de esos bares donde conoció a Michael, el padre de Wero, un estudiante universitario de San Diego que a menudo cruzaba la frontera en busca de fiestas y tequila. Fue un encuentro extraño, ya que Yolanda no hablaba inglés y el español de Michael solo le alcanzaba para nombrar algunas marcas de cerveza y licor. Sin embargo, como suelen ser estas cosas, encontraron la manera de comunicarse. Continuaron saliendo por el resto del verano. Michael fue a verla casi todos los días hasta que finalmente regresó a casa. Prometió visitarla en las próximas vacaciones. Varios meses después, Yolanda se dio cuenta de que estaba embarazada. Tan pronto como Michael escuchó la noticia, tomó el primer autobús a Yolanda y nunca más se apartó de su lado.

Quedó muy claro desde su nacimiento, que el bebé era la viva imagen de su padre, heredando todos sus rasgos físicos y muy pocos de su madre. Esto se volvió más evidente cuando ingresó al jardín de niños y tanto los maestros como los niños comenzaron a referirse a él como “el wero”. Tratar de mantener un perfil bajo cuando eres tan fácilmente identificable no es realmente una opción, por lo que decidió aceptar y atesorar su apariencia y desde ese momento adoptó con orgullo el apodo de "Wero".

Temiendo que no encajara con el resto de los niños o que pudiera sufrir acoso por su apariencia tan particular, sus padres decidieron llevarlo a uno de los gimnasios de Calaca, para que pudiera comenzar a aprender boxeo, en caso de que lo necesitara para defenderse en el futuro. Tan pronto como el chico comenzó a entrenar, los entrenadores notaron algo en él; si bien las raíces de su madre no se mostraban físicamente, sí se mostraban en sus movimientos, pasión y carácter en el ring. No solo nunca necesito del boxeo para defenderse por ser diferente, sino que años después, sus entrenadores comenzaron a alentarlo a considerar una carrera como boxeador profesional. Logró un increíble récord amateur de 29-0 y había planes para hacer su debut profesional, pero justo cuando los promotores intentaban encontrar un lugar y un adversario, el mundo se cerró debido al covid-19 durante más de un año y su debut profesional fue cancelado.

Después de una de sus peleas de boxeo, Wero sintió que había golpeado a su oponente con tanta fuerza que algo andaba mal en su puño derecho, por lo que fue al hospital regional para que lo revisaran. Allí conoció a una joven enfermera, Jenny, que parecía tan dulce y genuinamente preocupada por su lesión. Al final, su puño solo necesitaba descansar un poco, pero lo verdaderamente importante era que sentía que había conocido a alguien especial.